Mientras que en Buenos Aires los ejecutivos de bancos todavía intentan acomodarse para averiguar cómo harán para cumplir con la nueva ley para evitar las salideras bancarias, en Tucumán ni siquiera se hacen a la idea de que deberán encarar nuevas obras edilicias y tecnológicas. "Por el momento, continuaremos operando como hasta ahora y ofreceremos los box privados a los clientes que así lo soliciten para que realicen allí las transacciones que impliquen mucho efectivo. Más no sabemos", respondió el ejecutivo de la sucursal de Tucumán de un banco privado.

Lo que es seguro es que la fisonomía de los bancos cambiará radicalmente una vez que se aplique la ley que fue aprobada por el Senado el miércoles por la noche. El desconcierto de los ejecutivos de bancos también radica en que resta que el Poder Ejecutivo Nacional promulgue y reglamente la norma y, hasta que ello no suceda, no saben qué plazo tendrán para instrumentar los cambios ni los detalles de qué obras deberán realizar.

Por lo pronto, la nueva ley establece nuevas medidas de seguridad que incluyen barreras visuales para las líneas de cajas y para los cajeros automáticos, que impida la observación de terceros. Una posibilidad es que cada caja del banco se transformarme en una especie de garita en la que ingresa un cliente, se cierra la puerta y -ante la vista sólo del cajero- se realiza la transacción pertinente. "Si pasa esto, desde ya que deberemos reducir la cantidad de cajas, ya que no habrá capacidad espacial para instalar esta especie de garitas y en los espacios actuales. O sea, habrá menos gente del banco para atender al público y más público en las ya largas filas", reflexionó el gerente de un banco de capitales nacionales.

Desde el punto de vista del espacio para cajeros automáticos, la situación es similar, aunque se estima que podría ser menos complejo, ya que los aparatos pueden ser resguardados más fácilmente y, en última instancia, reducir el espacio de espera para instalar boxes cerrados no será tan complicado. "Todo es muy reciente y no entendemos bien cómo se hará ni tampoco si deben modificarse todas las sucursales de los bancos. Va a ser un proceso bastante complicado", añadió el ejecutivo.

Todo blindado
La ley recientemente aprobada por el Congreso también exige el blindaje del tesoro para el guardado de dinero o valores de terceros, así como un sistema especial de cajas de seguridad separado de paredes medianeras, a prueba de incendio y de violación por elementos mecánicos.

Si la norma se pone en práctica, tampoco será posible ni siquiera enviar un mensaje de texto por el celular cuando se esté dentro de las entidades. Esto porque la ley manda a instalar inhibidores o bloqueadores de señal que imposibiliten el uso de teléfonos celulares en el interior de las sucursales bancarias, con una capacidad que no afecte las comunicaciones de usuarios que estén fuera de la entidad ni interfieran con los dispositivos electrónicos que utilizan habitualmente en los bancos. Respecto de esta exigencia, los ejecutivos de varios bancos nacionales ya habían adelantado la semana pasada que la instalación de esas antenas es complicada y que será difícil garantizar que los inhibidores no bloqueen la señal en el ratio cercano al banco. Es decir, no sólo no habrá señal dentro de las entidades, sino -quizás- tampoco la haya en todo su entorno. En definitiva, los banqueros están nerviosos ante la posible aplicación de la nueva ley. Afirman que el proceso de transformación, para dar más seguridad a sus clientes, será complejo y oneroso. Sin embargo, hasta el momento, ninguna de las entidades que agrupa a los bancos se pronunció públicamente sobre la conveniencia o no de aplicar estas medidas. Por el momento, la expectativa está centrada en el Ejecutivo y en si avalará, desechará o modificará la nueva ley.